Todavía tengo en mis recuerdos el olor a higueras, moreras y olivares de verano. Cierro los ojos y puede ver a mi abuela a primera hora de la mañana poniendo la comida en el anafre a calentar y a mi abuelo, con su peto azul, marcando brazos y pectorales que ya los quisiera para mi. Es hora de ponerle los aparejos a un burro cano que un buen vecino nos dejaba de vez en cuando. – Hoy se viene conmigo el zagal !le comentaba mi abuelo orgulloso . ¡Empezaba la aventura hacia el huerto!.
Subíamos la cuesta camino al castillo y me contaba las historias de los ingleses, dueños de aquel castillo que tanto misterio y curiosidades me creaba .
Montando en el borrico y observando todo lo que me rodeaba, sentía sobre mis pies descalzos el frescor de aquel BARRIL DEL CAMPO que atado con una guita, colgaba del borrico y que unas horas antes mi abuelo había llenado con el agua Del Pozo.
Hoy muchos años después, me encantaría decirte :